Carta Abierta por Palestina y Gaza

CARTA ABIERTA POR PALESTINA Y GAZA

Carta Abierta por Palestina y Gaza

Traducción al castellano

Carta Abierta por Palestina y Gaza

(2 nov. 2023)

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Nosotros, miembros de la comunidad educativa e interesados miembros de la sociedad en general, expresamos nuestra  firme solidaridad con el pueblo palestino y su justa lucha por su liberación de las ataduras colonialistas.

Exigimos el inmediato alto del fuego la condena de Israel  como fuerza colonial, y la justa resolución de la crisis palestina que no es otra que aquella de la descolonización del territorio y de la sociedad de Palestina.

 

Desde hace dos semanas, la Franja de Gaza, una zona más pequeña que la isla de Andros, donde viven unos 2,1 millones de personas, bloqueada desde hace 18 años y rodeada por un muro, puestos de avanzada y ejército, ha sido completamente arrasada por el Estado de Israel. El 9 de octubre, dos días luego del ataque de Hamás y otras organizaciones palestinas sobre objetivos israelíes, se  impuso el corte total de suministro de agua, de electricidad y del acceso a alimentos y medicinas a toda la población, a la vez que el cruce de Rafah fue bombardeado -el único punto de entrada disponible para la ayuda humanitaria. Cuatro días después, se pidió a 1,1 millones de personas que evacuaran el norte de Gaza, para que no se les considerara terroristas en masa y se les matara indiscriminadamente. En diez días, Israel lanzó sobre la densamente poblada Gaza tantas bombas como Estados Unidos en Irak en un año. Estas bombas -muchas de ellas armadas con fósforo blanco, prohibido internacionalmente- matan a niños, ancianos y mujeres, a una tasa del 70%. Están siendo bombardeados  hospitales, edificios de la ONU, mezquitas, iglesias y civiles en las rutas de salida indicadas por Israel. La cifra oficial de palestinos muertos ya ha superado los 5.000, según la ONU. Esta situación no se limita a Gaza. La semana pasada, en Cisjordania, 90 palestinos fueron asesinados por el ejército israelí y las milicias de colonos.

Esta situación no se limita a Gaza. La pasada semana, en Cisjordania, 90 palestinos fueron asesinados por el ejército israelí y las milicias de colonos. En Cisjordania, el gobierno israelí distribuye miles de armas, destruye hogares palestinos y encubre los salvajes pogromos de colonos en curso contra la población local.

El párrafo anterior ya contiene múltiples violaciones del derecho internacional humanitario y pruebas claras de la comisión crímenes de guerra, incluida entre ellas la depuración étnica, que los funcionarios israelíes piden ahora abierta y públicamente. El ministro de Defensa, Yoav Gallant, dijo: He ordenado un asedio completo de la Franja de Gaza (…) Luchamos contra los animales humanos y actuamos en consecuencia”. La político del partido gobernante Likud, Tally Gotliv, pidió un ataque nuclear contra Gaza, mientras que su colega Ariel Kallner hizo un llamamiento desde su cuenta personal de X-Twitter a una nueva “Nakba” (catástrofe) que hará sombra a la Nakba del ‘48: un llamado crudo a la limpieza étnica.

 En 1948, al igual que en 1967, las operaciones de purga israelíes expulsaron a cientos de miles de palestinos, sin que desde entonces se les permitiera regresar a sus tierras y hogares. Casi el 80% de los habitantes de Gaza son refugiados, mientras que desde hace tres generaciones 6 millones de palestinos viven dispersos por todo el planeta sin derecho al retorno. La expansión ilegal y continua de los asentamientos en Cisjordania, la apropiación de recursos y territorios de tierras palestinas, la exposición diaria de los palestinos a la violencia mortal del ejército y de los colonos israelíes, la segregación residencial y social, el estrangulamiento económico, las restricciones a la circulación, el encarcelamiento masivo y la degradación ambiental describen una condición en la que no puede apoyarse ninguna forma de equivalencia entre opresor y oprimido. Como escribió Paulo Freire: “Nunca en la historia la violencia comienza con los oprimidos. ¿Cómo podrían inaugurarlo si son el producto de la violencia?”.

 En los medios de comunicación occidentales, sin embargo, se culpa a los oprimidos de los crímenes de sus opresores. El Estado de Israel, Estados Unidos y la Unión Europea legitiman estos crímenes en nombre del “derecho a la legítima defensa”. Sin embargo, ninguna potencia ocupante colonial puede invocar el derecho a la legítima defensa contra un pueblo oprimido que durante 75 años ha experimentado en todos los niveles de su existencia colectiva prácticas de depuración étnica, discriminación racial y destrucción de las condiciones y posibilidades de reproducción de su vida y libre determinación.

En los medios de comunicación occidentales, sin embargo, se culpabiliza a los oprimidos de los crímenes de sus opresores. El Estado de Israel, Estados Unidos y la Unión Europea legitiman estos crímenes en nombre del “derecho a la legítima defensa”. Sin embargo, ninguna potencia colonial ocupante puede invocar el derecho a la legítima defensa frente a un pueblo oprimido que durante 75 años ha experimentado en todos los niveles de su existencia colectiva prácticas de depuración étnica, discriminación racial y destrucción de las condiciones y posibilidades de reproducción de su vida y libre determinación.

La tradición anticolonial nos enseña que el lenguaje es la primera arma del colonizador. También en este caso, los términos favoritos de los autoproclamados expertos, como “crisis humanitaria” y la descripción de Israel como “democracia” y de Hamás como “organización islamista”, encubren tanto al régimen colonial como a la resistencia anticolonial: ni el primero ni el segundo comienzan con el siete de octubre. La violencia colonial se normaliza a través de la desinformación, el silenciamiento del apartheid y la movilización de discursos deshumanizantes, orientalistas, racistas e islamófobos que expresan el carácter colonial de la opresión.

La opresión se está extendiendo ahora a Occidente en nombre de la defensa de Israel. Mientras Estados Unidos y el Reino Unido están enviando armas y buques de guerra para apoyar la masacre de palestinos por parte del ejército israelí, los gobiernos occidentales lanzan una ola sin precedentes de represión, intimidación y silenciamiento de voces, manifestaciones y movimientos de solidaridad disidentes, apuntando a la libertad de expresión y al derecho a la protesta. Francia prohíbe todas las manifestaciones de solidaridad en Palestina, en Alemania la bandera palestina y la kuffiya ya han sido criminalizadas, y Gran Bretaña está siguiendo su ejemplo. Los alumnas y alumnos de las escuelas británicas y los estudiantes de las universidades estadounidenses han sido sancionados por expresar su apoyo a Palestina.

Manifestantes han sido detenidos, encarcelados y llevados ante la justicia. Periodistas y caricaturistas han sido censurados, amenazados o despedidos. Los profesores de universidades estadounidenses que se oponen a los ataques de Israel han sido acusados de antisemitismo por apoyar el antiguo derecho de los oprimidos a resistirse a su opresión.

 

En Grecia, el Primer Ministro y los conocidos ministros antisemitas Voridis y Georgiadis expresan su incondicional apoyo al Gobierno de Israel, en el contexto de las estrechas relaciones militares, diplomáticas y armamentísticas entre los dos países, continuando el largo hilo histórico de apoyo al sionismo por parte de funcionarios occidentales antisemitas y racistas como Churchill y Balfour. Al igual que en 1917, hoy el apoyo al sionismo inicialmente y al Estado de Israel más tarde refleja la necesidad de una presencia colonial occidental en la región, sobre las espaldas de la población local y del mundo árabe.

 

Sin embargo, las sociedades y los movimientos sociales de todo el mundo apoyan abiertamente la lucha de los palestinos contra sus tiranos, reafirmando que se trata de una lucha justa anticolonial y de liberación nacional. En Europa, en contra y a pesar de las prohibiciones estatales, cientos de miles de manifestantes se reunieron en Londres, París, Lyon, País Vasco, Madrid, Berlín, Roma y Atenas, rompiendo en la practica el consenso colonial que los gobiernos y los taquígrafos del imperio quieren imponer en los medios de comunicación.

 

Debemos actuar ahora. La movilización en apoyo de Palestina debe ser una prioridad para académicos, estudiantes, investigadores y todas las seres humanos pensantes. No podemos ver como testigos silenciosos la guerra genocida que está ocurriendo ante nuestros ojos. No podemos pensar en nuestro trabajo a la espera de que se complete la limpieza étnica. Es nuestro deber proteger los valores del pensamiento y la investigación independientes y críticos, especialmente cuando estos se ven desafiados por las relaciones de poder coloniales y por la violencia epistemológica del terror lascivo, la islamofobia, el patriarcado y la supremacía blanca, algo que a menudo legitima y enmarca conceptualmente las prácticas de opresión, explotación y genocidio, a nivel mundial y especialmente en la sufrida Palestina.

 

Por consiguiente:

 

– Preocupados por el bienestar de las universidades palestinas y su pueblo, condenamos cualquier ataque contra ellos, su personal y sus estudiantes. Escuelas, centros de investigación y la Universidad Islámica de Gaza han sido gravemente dañados por los bombardeos israelíes. Expresamos nuestra plena solidaridad con los académicos y educadores palestinos y respondemos positivamente a sus llamamientos para unirnos al movimiento global no violento por el Boicot, la Desinversión y las Sanciones al apartheid israelí (BDS) y para apoyar a otras organizaciones de resistencia palestina (Acción Palestina, Samidoun).

Reconocemos la necesidad de un movimiento fuerte y de largo plazo en solidaridad con la lucha palestina por la libertad y llamamos a todas y a todos a participar en eventos y marchas en defensa de Palestina. No puede haber justicia en un régimen de apartheid, no puede haber ninguna democracia y libertad bajo el dominio colonial.

 

–Presionemos a nuestros gobiernos para que retiren todo apoyo a los ataques israelíes contra Gaza y pongan fin a su complicidad. Hacemos un llamamiento a nuestras instituciones académicas y sindicatos para que se pronuncien públicamente con declaraciones y pidan un alto el fuego inmediato. Condenamos la persecución y el silenciamiento de la disidencia, la violación de las libertades académicas y todas las formas de colonización cognitiva que imponen la adopción de posiciones antipalestinas contra la pena del silencio.

 

Como iniciativa dëcoloиıze helláş, invitamos a los miembros de la comunidad académica y a la sociedad interesada en Grecia a firmar públicamente esta declaración para expresar su solidaridad con la resistencia anticolonial en Palestina.

 

Firma la declaración a través de este formulario.

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